Periodista y escritor español
Alcandora existe, hay evidencias de ello. Se trata de una tierra fraccionada en dos, la zona de costa y el paraje de sierra, ambas tan hermosas como diferentes. Encaramado en una colina, el pueblo guarda las esencias morunas de sus antiguos pobladores. En él conviven curanderos, intelectuales, pintores, pastores, filósofos, huertanos, actores, porreros, adinerados, solitarios, buscones, antisociales, misántropos, tímidos, desamparados, cartujos, campechanos, llanos, naturales y artesanos; buena gente, al fin y al cabo.
Un hálito de poesía se filtra en cada página de ‘Alcandora, sus gentes e historias’. Los personajes están descritos con extrema sensibilidad, con enorme respeto a su dolor, a su alegría, a su complejidad, a la obstinación en amar la vida. Hombres y mujeres envueltos en la aventura de vivir, de ser vividos, de ser amados. La naturaleza llena de colorido acompaña a cada uno de ellos, a los frágiles y fuertes, a los desarraigados y tercos. Son tan sencillamente normales, como complejos en su desnudez, en sus miedos, en sus deseos, en sus torpezas y, también, en su generosidad. Los personajes de Alcandora transitan sin prejuicios, sin convenciones, un paisaje marinero adosado a un lugar maravilloso o brutal, según el viento. El mar, la mar, abre o restaña las heridas de los personajes atrapados en sus frustraciones, a la par que estimula la percepción de los vigorosos sentimientos contenidos en el corazón sin sensiblerías, con soltura. Ninguno de los protagonistas se interesa en averiguar por qué está en Alcandora y, sin embargo, sabe a ciencia cierta que no podría habitar en otro espacio. Como en el Barrio Pesquero, entre ellos no hay secretos. Difícilmente, el destino podría situarlos en un ámbito lejos de lo cercano, en un lugar donde Amor es sólo una palabra.
Morir es tan difícil como inevitable. También para los que sobreviven El primer día que tuve que limpiarle el culo a mi padre, me mentí diciéndome que era igual que cuando se lo limpiaba a mi hijo: venga, Carmen, que es lo mismo; va, Carmen, que es tu padre; venga, mujer, que ese hombre te limpió el culo a ti. Me lo repetía como quien está a punto de correr para darse impulso y saltar. Es lo mismo, Carmen. Hazlo ya. Pero no. No es lo mismo. No, no es lo mismo.
Manuel Chaves Nogales (1897-1944) nació en Sevilla. Se inició muy joven en el oficio de periodista, primero en su ciudad natal y más tarde en Madrid. Entre 1927 y 1937, Chaves Nogales alcanzó su cénit profesional escribiendo reportajes para los principales periódicos de la época y ejerciendo, desde 1931, como director de Ahora, diario afín a Manuel Azaña, de quien Chaves era reconocido partidario. Al estallar la guerra civil se puso al servicio de la República y siguió trabajando como periodista hasta que el gobierno abandonó definitivamente Madrid, momento en el que decidió exiliarse en Francia. La llegada de los nazis, que describiría magistralmente en el ensayo La agonía de Francia (1941), le obligó a huir a Londres, donde falleció a los cuarenta y seis años. Además de brillante periodista fue autor de una espléndida obra literaria, sorprendentemente moderna, entre la que destacan sus libros sobre Rusia: La vuelta a Europa en avión. Un pequeño burgués en la Rusia roja (1929), la nouvelle La bolchevique enamorada (1930), Lo que ha quedado del Imperio de los zares (1931) y El maestro Juan Martínez que estaba allí (1934); la biografía Juan Belmonte, matador de toros; su vida y sus hazañas (1935), considerada una de las mejores biografías jamás escritas en castellano; y su libro más famoso, A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España (1937), impresionante testimonio de la guerra civil donde Chaves denuncia las atrocidades cometidas por ambos bandos con una lucidez adelantada a su tiempo. Su discurso, en defensa de la democracia y contrario a los totalitarismos, hizo que su obra fuese condenada al ostracismo durante medio siglo. Redescubierto en la década de los noventa, su fama no ha dejado de crecer desde entonces y actualmente es considerado uno de los grandes periodistas y escritores españoles del siglo XX.
Y las cantó con esa misma voz que yo oía con devoción cuando era un niño, con esa bendita voz que tantas veces nos ha puesto la carne de gallina. Parece una tontería, pero pensé: ¡es Serrat!». Jordi Soler recibió un mensaje de Joan Manuel Serrat en el que le hablaba de un pájaro de plumaje esponjado y nombre imposible que el novelista menciona en una de sus ficciones. ¿Es real o imaginado?, le pregunta el compositor. Es imaginado, confirma el autor. Y Serrat le propone inventar juntos una canción sobre él, de ambiente selvático y llena de color. Este libro narra la increíble historia del proceso de escritura colaborativa, y, sobre todo, cómo se consolida una amistad a través de la literatura. Aquí están los temores del escritor, el vértigo ante la aventura junto a un músico que es un referente sentimental no solo para él sino para varias generaciones en España y América Latina. Pero también encontramos la generosidad del músico que pone su sabiduría al servicio de una obra conjunta. Y uno se cree es un relato honesto, revelador y lleno de humor sobre el arte de crear, y también la historia de una canción que nunca llegó a ser. La crítica ha dicho:«Las peores tragedias pueden traer cosas muy buenas: el libro de Soler y la promesa de una canción».Pedro Plaza Salvatti, Zenda «La vida como obra literaria».Carlos Pardo, Babelia «Un narrador fuera de serie».Delphine Peras, Lire «Si, como en la Antigüedad, los escritores fueran aquellos hombres sabios a los que acudíamos para iluminarnos sobre los arcanos de la vida, a buen seguro habría colas de peregrinos en la calle de Barcelona donde habita Jordi Soler». Xavi Ayén, La Vanguardia «Su prosa magnífica se ha fraguado con el idioma de aquel fondo, un español mexicano denso y eufónico veteado del castellano de otras latitudes». Domingo Ródenas de Moya, El País «Jordi Soler es, ante todo, un poeta».Xavier Houssin, Le Monde «Un autor imposible de olvidar».Jesús Martínez Gómez, Mercurio «La novela es en sí misma una reflexión sobre la identidad, sobre la estupidez de creerse diferente por haber nacido en un sitio u otro, sobre el exilio y las epifanías que uno vive cuando sale de su espacio». Jorge Sanz Barajas, Heraldo de Aragón «Los hijos del volcán se lee igual que aquel éxito mayor de su carrera: con la cadencia que regaló Juan Rulfo a sus mejores alumnos».Juan Cruz, La Opinión de Murcia «De vez en cuando encontramos un libro que nos atrapa y nos transporta, que nos hace sentir y pensar, que nos sacude y nos entusiasma como una descarga eléctrica. A mí me pasó esta semana, y el libro se llama Los rojos de ultramar».Ignacio Martínez de Pisón
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Ricardo Alba Santamaría
periodista y escritor español