"Cada año eres más viejo". Así, tal cual suena es un aserto irrefutable. Lo que para casi todo el mundo es una simple evidencia del transcurrir de la vida, para uno de mis amigos es, según me cuenta, la puñalada recibida anualmente a modo de felicitación de parte de su ex. Él se lo toma como una bofetada sádica, como si su ex le estuviera decretando que era viejo ya con veinte años menos. A mí, este amigo no me parece viejo ni en edad ni en carácter, tal vez porque ambos seamos de la misma quinta. Tampoco en su ex advertí rasgo alguno de crueldad mientras formaron pareja, si bien es imposible conocer la íntima intimidad de un dúo encerrado entre cuatro paredes.
No haga cábalas de porqué le cuento esto, se lo digo yo. La pasada semana publiqué en estas páginas ‘El arte de felicitar’, un breve texto acerca de las diferentes felicitaciones que recibimos/ brindamos, según la ocasión. A mis familiares y amigos los tengo fritos de tanto pedirles. La última petición ha sido la de hacerme llegar la felicitación más original, más estrambótica, más rara, más emotiva..., que recordasen haber recibido en cualquier celebración: aniversario, cumpleaños, boda, divorcio, Navidad y ocasiones de este estilo. Esto es lo que en inglés dicen ‘feedbak’ y que no es otra cosa más que la comunicación en dos direcciones. Naturalmente, usted lector y usted lectora, están invitados a participar en esta comunicación interactiva con tan sólo enviar a mi atención al Diario Alerta lo que buenamente se le ocurra, dentro de un orden.
En respuesta al sablazo perpetrado he reunido un manojo de felicitaciones, una de ellas la descrita al comienzo de estas letras. Me ha llamado la atención una felicitación remitida por Víctor, colega y amigo. Se trata de una sopa de letras muy ingeniosa cuyo contenido es configurable a cualquier celebración; para ello es imprescindible que el ‘felicitante’ se estruje el cerebro en el acomodo de letras y en el mensaje. La despedida de soltería es un manantial de ‘contra felicitaciones’: “¿No había otro/otra mejor y con más dinero?”. “La próxima cita en el mismo lugar y la misma hora para celebrar el divorcio”. “De entre todos los matrimonios, el tuyo será la excepción”. La variedad en este apartado es mayormente irreproducible de tanta vulgaridad.
Lo de más perplejidad para mí en cuanto a felicitaciones de cumpleaños que me han dispensado mis parientes y amistades, ha sido: “No te felicito para no recordar mis años”. Luego, un torrente de tarjetas animadas, de vídeos prefabricados…, para todos los gustos y ocasiones. En estas Navidades, por un poner, ha triunfado el Belén elaborado con mascarillas. Al final, la originalidad, la rareza, quedan en segundo plano porque uno llega a la conclusión de que sí, que el arte de felicitar consiste en recordarnos los unos a los otros y que lo de menos es el modo de expresarlo, a no ser que Bansky sea usted.
PUBLICACIÓN ORIGINAL: Columna "¡Felicidades!"
