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Jueves, 28 Enero 2021 13:28

El culillo - Publicado en Diario Alerta

    Como quien dice ayer, las calles de pueblos y ciudades y también las carreteras de este país aparecían cuajadas de vallas publicitarias. Daban colorido, informaban, entretenían, particularidad esta última argumentada por la Dirección General de Tráfico para erradicarlas de las vías estatales salvo el indultado toro bravo de Osborne, silueta negra estratégicamente situada en lo alto de un cerro y considerado patrimonio cultural y artístico de los pueblos de España.

     Uno de estos soportes publicitarios armó gran revuelo al presentar a una joven desnuda tumbada boca abajo y el eslogan ‘Toda tú eres un culito’, una metáfora no al gusto de los incipientes movimientos feministas. Sea como fuere, despojado de cuestiones espinosas, aquel texto caló, hizo fortuna en el uso del habla popular. Viene lo anterior a propósito de la palabra ‘culillo’ empleada por el consejero de Salud de la Junta de Andalucía como unidad de medida en referencia a la pérdida de miles de dosis de la vacuna contra la Covid 19, como consecuencia de no utilizar jeringuillas con el émbolo adecuado.

     El ’culillo’ ha provocado multitud de cuchufletas, unidad de medida del jolgorio nacional, cuando en realidad no se aleja demasiado del uso y costumbre del lenguaje corriente como el ‘culín’, escasa porción de líquido que se sirve en un vaso o queda en el fondo de un recipiente, según la RAE. Afortunadamente la Real Academia Española abre las puertas a la inclusión de nuevas palabras y acepciones frecuentemente usadas en conversación coloquial. No sería descabellado o tal vez sí, reconocerle a ‘culillo’ y a ‘culín', como a 'culito', el habernos proporcionado la definición de lo tan mínimo como valioso.

     La cultura, no cabe duda, afecta al significado de las palabras, se adueña del sentido motivado por la usanza de ellas. ‘Pindia’, cuesta endiabladamente empinada, es la acepción común y oficialmente aceptada para describir una calle casi casi vertical, si se permite la exageración. El idioma español, aparte de sus profundas raíces, es inagotable. Se enriquece con las aportaciones diarias, unas acertadas, otras, por el contrario, lesivas, de los centenares de millones de hablantes aunque, según expertos lingüistas, cada uno de nosotros utilizamos tan solo unos trescientos vocablos.

     Indudablemente y dado el amplísimo patrimonio cultural de nuestro idioma, con frecuencia el vocabulario varía según la región e, incluso, en la misma región, según la zona. Este caudal de lenguaje se derrocha a veces en favor de extranjerismos o barbarismos sin venir a cuento, hay suficientes recursos en el idioma español para definir cualquier forma, materia o naturaleza. En la industria de la Cultura todo, absolutamente todo, comienza con el idioma. Por poner una pizca de muestra, para una editorial está el papel, la tinta, y, sobre todo, está el idioma. El arriba firmante seguiría con este asunto, si bien, inevitablemente, tan solo queda un ‘culillo’ de espacio.

 

PUBLICACIÓN ORIGINAL: Columna "El culillo"

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