¿Qué pasa con los guapos cuando ya no son jóvenes?
El escritor y cineasta David Trueba (Madrid, 1969) debuta ahora como dramaturgo y director teatral en el Teatro María Guerrero de Madrid (Centro Dramático Nacional) con Los guapos, una historia en la que nos cuenta cuál ha sido el devenir de dos de esos personajes de los que seguramente todos tenemos algún referente en la memoria.
Se trata de dos hermanos, aunque él no ha llegado siquiera a la edad adulta. Las drogas, la cárcel y el sida acabaron con quien fuera el chico más deseado y atrevido del barrio. Su hermana, Nuria, narra con rencor este episodio y a sus cuarenta años arremete contra quienes conformaron ese pasado y hoy prefieren vivir alejados de su presente.
Interpretada por una convincente Anna Alarcón, Nuria ha perdido todo porque en realidad lo que tenía era una juventud caprichosa y ella, inmadura, lo único que hizo fue dejarse querer. Ahora, acabada, busca una salida en aquel a quien entonces miraba por encima del hombro, Daniel, el empollón eternamente enamorado con quien llegó a vivir una pequeña e inocente historia de la que él supo salir a tiempo.
Daniel es hoy un conocido y exitoso abogado que, ya lejos de aquel barrio, lleva una vida acomodada. Nuria intenta sacar rédito de aquel pasado y para ello no duda en recordarle aquella pasión que sentía por ella, llegando a ofrecerse en escenas que entristecen por la decadencia de una mujer que ha tocado fondo.
Vito Sanz encarna a este Daniel que seguro también nos hace recordar a todos a alguien de nuestra antigua calle o colegio. Un Daniel que aún conserva algo de su ingenuidad de juventud pero que ya no se va a dejar engañar.
Lástima, porque a pesar de la interpretación y de un guion que se intuye muy trabajado, la obra, de alguna forma, falla. Sobran algunas escenas forzadas buscando la risa y faltan ritmo y tensión, quizás una vuelta de tuerca más para que el espectador sienta la necesidad de saber qué pasará más adelante, cómo se resolverá la situación.