Feroz radiografía de la Rumanía de de Ceaușescu
Accidente
Cuando ésta se entera de que Barbu está involucrado en el atropello mortal de un niño, no dudará en desplegar todos sus recursos, habilidades, contactos y dinero para impedir que vaya a la cárcel. A cambio está convencida de que logrará que retorne al redil y que será de nuevo el hijo entregado y dependiente de antes.
No parece una tarea imposible, dada lo conmoción por la que el hijo aparenta pasar. Pero a partir de aquí afloran los interrogantes: ¿en qué punto se sitúa la delgada frontera que separa el amor materno de la manipulación obsesiva y egocéntrica? ¿Puede el amor esgrimirse como justificante para ejercer la crueldad? ¿Puede, por fuerte que sea, aguantar un cordón umbilical cualquier peso? ¿Quién lo corta cuando una de las partes domina, o cree dominar, absolutamente la situación?
Tres claves
Tres claves esconde, -para convertirse en lo que es: una gran película- esta feroz radiografía de la Rumanía consecuente a la dictadura de Ceaușescu: la desbordante interpretación de la veterana Luminița Gheorghiu (actriz que ha trabajado ya en dos ocasiones con Michael Haneke), que dota a su papel de una credibilidad que pone materialmente la carne de gallina; el equilibrio de un guion diseñado con mano de hierro, -ni una concesión para la galería, ni una escena de más, ni un diálogo que sobre-, y la habilidad de Calin Peter Netzer, -secuencias largas, muy medidas-, para plantearnos que una situación tan extrema puede darse al lado de nuestra casa, entre nuestros conocidos. Es decir, su planteamiento trasciende el lugar geográfico y temporal en los que la acción se sitúa y nos lo hace sentir muy aquí, muy próximo.
Cuando el espectador quiere darse cuenta se está preguntado por sus propias circunstancias. Por los complejos vericuetos en los que a menudo transitan las relaciones entre padres e hijos. Por la pérdida como excusa para la toma de cualquier, incluso la más drástica, decisión. Magnífica.