La vida con la muerte
Ganadora de la Concha de Oro de la 72ª edición del Festival de San Sebastián, el jurado, integrado por la cineasta Jaione Camborda, la escritora Leila Guerriero, el actor Fran Kranz, el director Christos Nikou, el cineasta austríaco Ulrich Seidl y la productora francesa Carole Scotta, al argumentar su decisión concluyó: «Creemos en el poder del arte para generar movimiento, pensamos que esta obra nos permite reflexionar sobre los límites de la creación artística, sobre el miedo y la brutalidad, sobre la tradición y la masculinidad, entre otros muchos aspectos».
Galardonada también con los premios Feroz Zinemaldia de la crítica y el Ateneo de Guipúzcoa, Tardes de soledad discurre a lo largo de dos horas trazando el retrato íntimo del torero Andrés Roca Rey (Lima, 1996). Para ello, Serra ha seguido al protagonista a lo largo de tres años y un largo puñado de corridas de las que seleccionó cinco. El documental, que no escatima sangre ni violencia, incluye tres cogidas.
El sobrio hilo argumental capta sólo tres escenarios: el coso en el que hombre y animal se miden; el interior del coche en el que, entre silencios, los más, y comentarios, el diestro y su cuadrilla van y vuelven de la plaza y la habitación del hotel en el que Roca Rey se viste y realiza el ritual previo a sus faenas. No hay más; ni menos.
«La película es repetitiva», reconoce el realizador, «pero aun así he comprobado en los festivales en los que se ha presentado que la gente entra en ella. Mi estilo se basa en la reiteración sobre atmósferas enrarecidas que pueden desconcertar al espectador. En esta ocasión, la gente ha acabado entendiendo que la película es repetitiva porque se centra en un ritual repetitivo, como es el propio de las corridas de toros».
Para dejarnos el corazón en un puño, Albert Serra dibuja un aluvión de espeluznantes imágenes, algo usual en sus películas, pero que esta vez por el fondo y la forma del tema resultan especialmente epatantes. Torero y toro se tocan, se rozan. Sus cuerpos establecen una salvaje danza/límite que salta de la pantalla. Brota la sangre: nos salpica. Olemos el sudor y la tensión. Al borde del oído del espectador brama el animal; grita el torero.
Esta inmersión nunca vista es posible gracias a todo un despliegue del que también participa la tecnología digital. Ese desafío se solventa con creces para dar como resultado el sobrecogedor acercamiento a lo que vemos. Y, por supuesto, la capacidad que ha situado a Serra como uno de los cineastas más personales del panorama contemporáneo, que una vez más se salta a la torera los usuales códigos cinematográficos.
El realizador y guionista, que ya con su segunda película, Honor de caballería, obtuvo en 2006 el reconocimiento de la crítica en Cannes, y en donde años más tarde, con Libertad (2019), lograba el premio especial del jurado. Entre ambas propuestas filmó Historia de mi muerte (2013) y La muerte de Luis XIV (2016) y en 2022,Pacifiction, reconocida con dos César, el premio Louis Delluc, elegida mejor película del año por Cahiers du cinema, y el Gaudí.
Polémica, intensa y audaz, Tardes de soledad no deja a nadie indiferente. No se puede permanecer impasible ante este cara a cara entre toro y torero. Este espectáculo en el que torero y toro se miran, se estudian, se retan, se temen… dejándonos ante un ejercicio cinematográfico extremo en el que se funden drama y fiesta, silencio y música, sangre, reflexión, soledad y algarabía.