Era día de visita.
Le enternecía ver a sus ancianos padres cogidos de la mano sentados en un sofá del salón. Ella descansaba los brazos en la butaca.
La charla discurría por caminos justos, no había mucho que contar.
Al cabo de una hora los tres se encaminaron hacia la salida de la residencia. Besos de despedida y hasta la próxima, cuídate.
Ellos se giraron desde la escalera que daba acceso a la calle, saludaron de nuevo con la mano y agarrados del brazo emprendieron el camino de regreso a casa.