Del 19 de septiembre de 2024 al 5 de enero de 2025, Fundación Mapfre Madrid - Sala Recoletos, Madrid
La trayectoria de Weegee parece escindida en dos partes. Por un lado, los sucesos –cadáveres, incendios, detenidos en furgones policiales, etc.– que fotografió para la prensa neoyorquina entre 1935 y 1945, y que le hicieron muy popular; por el otro, las fotocaricaturas de personalidades públicas que desarrolló en su época de Hollywood, entre 1948 y 1951, y que siguió practicando hasta el final de su vida. ¿Cómo pueden coexistir dos corpus tan diametralmente opuestos en una misma obra?
Los estudiosos han sido muy aficionados a recalcar la oposición entre estos dos períodos, ensalzando el primero y detestando el segundo. Esta muestra, comisariada por Clément Chéroux, director de la Fondation Henri Cartier-Bresson, aspira a reconciliar los dos Weegee, haciendo ver que, más allá de las diferencias estilísticas y temáticas, su planteamiento se basaba en una profunda coherencia que enlaza ambas etapas.
Si bien pasó toda una década fotografiando cada noche sucesos escabrosos y violentos, en muchos casos lo hizo con una gran ironía y mostrando cuánto de «espectáculo» tenían esos eventos. Sus imágenes se reproducían en los tabloides y con frecuencia Weegee introducía espectadores u otros fotógrafos tanto en primer plano como al fondo de sus composiciones. Individuos que se quedaban mirando un atropello o un asesinato.
De forma coherente, en la segunda parte de su carrera se burló de lo espectacular hollywoodiense. De la fama efímera, de las multitudes que adulaban a los famosos y de su entorno, banal y mundano. Este tipo de imágenes, de carácter irónico y satírico, eran manipuladas por el propio Weegee en el laboratorio, adelantando las teorías de la Internacional Situacionista y la crítica a la sociedad del espectáculo y su mercantilización, siempre en consonancia con las ideas políticas del propio artista.